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CASTIDAD EN BREVE:
Castidad es la virtud que gobierna y modera el deseo del placer sexual según los principios de la fe y la razón. Por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad y es capaz de integrarla en una sana personalidad, en la que el amor de Dios reina sobre todo. Por lo tanto no es una negación de la sexualidad. Es un fruto del Espíritu Santo

La castidad consiste en el dominio de sí, en la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo de la persona.
- Sagrada
Congregación para la educación católica: Pautas de educación sexual, nº 18. Revista ECCLESIA, 2155 (24-XII-83)23

La castidad es una virtud necesaria en todos los estados de vida:
-Los casados > Castidad Conyugal.
-Los no casados que aspiran al matrimonio, la castidad requiere abstención. Es una necesaria preparación para lograr la madurez y la castidad en el matrimonio.
-Los que han decidido no casarse, renuncian plenamente a las relaciones sexuales a favor de la entrega de todas las energías y todo el amor a Cristo y su misión en la Iglesia.


La castidad ofrece la preparación necesaria para cualquier vocación: (sacerdocio, matrimonio, vida religiosa o vida de soltero).

-Supone esfuerzo que fortalece el caracter y la voluntad, dando posesión y dominio de sí. Es un entrenamiento para formar la personalidad en la generosidad y en el deber. Se puede entonces vivir en armonía con Dios, sin tener miedo a sus mandatos que ahora se pueden cumplir. Armonía con Dios a su vez hace posible la armonía interior y con el prójimo. Esta armonía es fuente de profunda paz y alegría.

-La castidad purifica el amor y lo eleva; es la mejor forma de comprender y, sobre todo, de valorar el amor.

-Aumenta la energía física y moral; da mayor rendimiento en el deporte y en el estudio, y prepara para el amor conyugal.

-La castidad cristiana supone superación del propio egoísmo, capacidad de sacrificio por el bien de los demás, nobleza y lealtad en el servicio y en el amor.

-Conferencia Episcopal Española: Ésta es nuestra fe, 2ª, III, 7, 2, 1, b. EDICE. Madrid, 1986.


-La castidad ayuda a ser idealistas; constantes en el trabajo y en el estudio.


Hay que entrenarse

Juan Pablo II a los jóvenes

«Los que os hablan de un amor espontáneo y fácil os engañan. El amor según Cristo es un camino difícil y exigente. El ser lo que Dios quiere, exige un paciente esfuerzo, una lucha contra nosotros mismos. Hay que llamar por su nombre al bien y al mal». -Lourdes el 15 de agosto de 1983

«¿Quieres encerrarte en el círculo de tus instintos? En el hombre, a diferencia de los animales, el instinto no tiene derecho a tener la última palabra». -Rímini (Italia), agosto de 1985


Muchos quieren liberarse de la moral católica que consideran represiva, y lo que hacen es caer en la esclavitud del pecado que degrada al hombre. El yugo de Cristo es suave y ligero, si se lleva con amor y voluntad corredentora. Cf. Mateo, 11,28ss

La sexualidad ha de ser vivida bajo el signo de la cruz y la redención. Y desde esta perspectiva había que interrogarse sobre el valor positivo de la abstinencia sexual durante el noviazgo .
-R. SIMÓN: Una educación sexual dinámica, Colofón.  Ed. FAX. Madrid

En la vida hay que entrenarse.
Entrenarse es hacer un esfuerzo cuando no hace falta, para saber esforzarse cuando haga falta.
El que no sabe decir no cuando pudiera decir sí, no sabrá decir no cuando tenga que decir no.
El que no sabe privarse de lo lícito por ensayo, no sabrá privarse de lo ilícito cuando sea necesario.
-EDUARDO ARCUSA, S.I.: Eternas Preguntas, VIII, 4. Ed. Balmes. Barcelona.

Si no vigilas tu imaginación y tus pensamientos, es imposible que guardes castidad.
El apetito sexual es sobre todo psíquico.
Si no se arrancan las raíces de la imaginación es imposible contener las consecuencias en la carne.  Por eso es necesario saber dominar la imaginación y los deseos.
El apetito sexual aumenta según la atención que se le preste. Como los perros que ladran cuando se les mira, y se callan si no se les hace caso.

La pureza no puede guardarse sin la mortificación de los sentidos.
Quien no quiere renunciar a los incentivos de la sensual vida moderna, que exaltan la concupiscencia, es natural que sea víctima de tentaciones perturbadoras, y que la caída sea inevitable.

La pureza no se puede guardar a medias.
Con nuestras solas fuerzas, tampoco; pero con el auxilio de Dios, sí.
Quien -con la ayuda de Dios- se decide a luchar con todas sus fuerzas, vence seguro.
No es que muera la inclinación, sino que será gobernada por las riendas de la razón.


La fuerza para lograr la castidad es Cristo

Cardenal Stafford
«Muchos de cuantos aún están influenciados por las teorías mecanicistas del siglo XIX piensan que las enseñanzas de la Iglesia sobre lo relativo a la virtud son horribles, y en particular rechazan sus enseñazas sobre las virtudes de la castidad y de la pureza. Se burlan de la observancia del sexto mandamiento como causa de perturbaciones emocionales, afirmando incluso que es repugnante y contraria a la naturaleza».

El cardenal afirma que el Misterio Pascual de Cristo y el Bautismo de cada uno proporcionan la base y la motivación para la práctica de la virtud de la pureza y de todas las demás virtudes.

«San Pablo enseñó exactamente la misma norma cuando escribió: “Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús (...) a que viváis para agradar a Dios, según aprendisteis de nosotros, y a que progreséis más... Porque ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación”(1 Ts 4, 1-3)».

«En todo el Nuevo Testamento
, la práctica de la virtud estaba basada en la manifestación del eskaton, esto es, en la obra de salvación de Jesús a través de Su muerte y resurrección»

«Santa María Goretti (mártir) percibió que la pureza está íntimamente ligada a la dignidad del cuerpo humano. Era consciente de que la Iglesia enseñaba que el cuerpo debía resucitar glorioso. En unión con la Iglesia profesaba todos los domingos: “Creo en la resurrección de la carne (del cuerpo)”. Dio testimonio de este misterio: que la Encarnación y Resurrección de Jesús constituyen las verdaderas leyes de la naturaleza, de la carne y del físico»


Sobre la explotación de la sexualidad
«La explotación de la sexualidad por sí misma y sobre todo, con el único fin de conseguir la satisfacción sexual, es funesta, tanto para la vida individual como colectiva»
-Varios autores: Sexualidad y vida cristiana, 3ª, VI. Ed. Sal Terrae. Santander, 1982.

Aunque los pornócratas, para defender su negocio, dicen que la virginidad ha dejado de ser virtud y nos presentan la fornicación, la homosexualidad y la masturbación como cosas naturales, por encima de todas las palabras de los hombres está la ley de Dios que nos señala lo que es bueno y lo que es malo.

Hoy se oyen con frecuencia palabras de menosprecio hacia la virginidad. Generalmente provienen de personas que la han perdido. Como en el cuento de la zorra y las uvas, es natural menospreciar lo que uno no es capaz de conseguir.  Pero las joyas no pierden valor porque haya personas que son incapaces de apreciarlas.

«Si hubiéramos de responder ateniéndonos a duros hechos externos que definen masivamente nuestra sociedad, tal vez hubiéramos de concluir que, a juicio de muchos, la castidad, hoy, es todo lo contrario de un valor: es un antivalor que hay que arrumbar para siempre. Si fue un valor, hoy es un lastre.

»Pero si la respuesta la damos analizando la naturaleza misma de la castidad, contrastada con el concepto filosófico del valor para el hombre, entonces hay que concluir que la castidad es un valor, un valor por sí mismo, primario y absoluto por su bondad intrínseca y por la conveniencia esencial con la naturaleza humana.

»Acaso todo depende del concepto que tengamos de castidad. Si la entendemos como una represión, una mutilación, un comportamiento negativo, una actitud desnaturalizante, entonces no es ni puede ser un valor.

»¿Qué es entonces la castidad? Sencillamente, la castidad es el ordenamiento de la potencialidad sexual del hombre en consonancia con su condición específica de persona racional, inteligente y autodeterminativa...

»Ser un esclavo de los instintos en el campo sexual, le convierte en animal, lo desnaturaliza de su condición de persona libre y de su condición de sujeto autodeterminativo. Usar mal de la capacidad sexual, es una traición a la sexualidad humana.

»Al ser la castidad la recta ordenación de las fuerzas sexuales y de la afectividad en el hombre en consonancia con los fines específicos de la sexualidad y con la condición integral de la persona como ser inteligente y dueño de sus instintos, no cabe duda que la castidad perfecciona al hombre en su misma condición de hombre.

»Una perfección en lo esencial siempre es un bien. El bien, en sus múltiples formas, es un valor.


La castidad es fácil de guardar...

Lo que es imposible es guardar la pureza de cuerpo sin guardarla también de corazón y de pensamiento.
-Antonio Royo Marín, O.P: Teología  Moral  para  seglares, 1º, 2ª, II, nº 492s. Ed.BAC.Madrid.

Si se busca el auxilio de la gracia de Dios, y se fortifica el alma con los sacramentos de la confesión y la comunión.
El mejor consejo que se puede dar al que ha empezado a rodar por la pendiente del vicio es comunión frecuente y confesión con un Director Espiritual fijo.

Es un remedio seguro para corregirse y salir del pecado. No hay pecador que resista.
El sacramento de la confesión, además de ser un remedio curativo, es un remedio preventivo.
La Comunión y la Dirección Espiritual dan fuerza y luz para obrar con eficacia.

«Se puede, por tanto, hablar, y hay que hacerlo, de un imperativo de la pureza que se impone a los novios, no como una coacción penosa cuya única finalidad sería crearles molestias, sino como una fuerza interior que vivifica el amor elevándolo y manteniéndolo en un plano superior.
»Esta pureza pretende estar libre de todo desprecio hacia el cuerpo y se basa, al contrario, sobre el respeto soberano a la carne, a la que restituye su equilibrio, eliminando los elementos de defección que son un peligro para ella.
»En cuanto al amor mismo, lo consolida; y prepara así la felicidad de que gozará la pareja cuando se halle ligada por la vida común».
CHARBONNEAU: Noviazgo y felicidad, VI, 3. Ed. Herder. Barcelona, 1970


«El que la castidad prematrimonial sea perjudicial a la salud es ya un mito descartado hace tiempo por la ciencia médica y la psicología, y algo en que sólo tratan de creer los que buscan una excusa para no ser castos.
»Para Freud toda neurosis era de origen sexual. Hoy sus mismos discípulos no sostienen esta doctrina.
»Adler afirma: “No siendo verdad que la libido reprimida sea causa de la neurosis, el dar salida al instinto sexual no cura por sí mismo esta neurosis”.
»La castidad educa la voluntad por el vencimiento que supone. Una educación que no exige esfuerzos, conduce a la anarquía, no forma adultos sino desequilibrados, sin aptitud para hacer frente a las dificultades de la vida.
»El vencimiento propio es indispensable para la formación del ser humano. Decir que los impulsos sexuales son irresistibles no es científico.
»La biología moderna declara que los reflejos genitales pueden dominarse con el ejercicio de la voluntad.
»El poder del espíritu sobre el cuerpo, de lo psíquico sobre lo físico es muy grande. Esto lo confirma la psicología actual» .
-MANUEL VIERA: Vida sexual y psicología moderna, VI, 1. Ed. Mensajero. Bilbao

«La castidad protege vuestro futuro amor. Los jóvenes que han sabido estar a la altura de su deber son los que sabrán después estar a la altura de su amor. El amor conyugal, les va a exigir entrega, generosidad y sacrificio, y ellos ya traen un buen entrenamiento en todo esto.
»Además, el mejor regalo que podréis haceros unos esposos es el de un cuerpo y un alma íntegros.
»La castidad juvenil es un esfuerzo. Pero es un esfuerzo que lleva consigo una recompensa inmensa.
»Un esfuerzo que va reforzando y madurando tu personalidad. Es un esfuerzo que lleva consigo una profunda alegría. Un esfuerzo que comprenden y practican los que saben qué es el amor».
 -ROBINSON: Educación sexual y conyugal, 1ª, III, 12. Ed. Mensajero. Bilbao. Precioso libro que deberían leer todos los jóvenes a partir de los 18 años. Informa admirablemente de todo lo que deben saber los jóvenes y los esposos sobre la vida sexual.

Los jóvenes reciben de la oración «fuerza y entusiasmo para vivir con pureza y realizar su vocación humana y cristiana con un sereno dominio de sí y con una donación generosa a los demás».
-Sagrada Congregación para la Educación Católica: Orientaciones educativas sobre el amor humano, nº 46

El mundo se ríe de la pureza y de la castidad, como si se tratara de cosas trasnochadas y pasadas de moda.
El mundo dice: «Hay que darse el máximo de satisfacciones en la vida».
Pero Cristo dice: «Véncete a ti mismo, toma tu cruz, procura entrar por la puerta estrecha».
Mateo, 16:24.
El mundo dice: «¡Hay que liberarse de viejos tabúes!».
Pero Cristo dijo: «Bienaventurados los limpios de corazón».
Mateo, 5:8

El mundo dice: «El amor no es pecado. Lo que se hace por amor es bueno». Pero la Biblia limita las relaciones sexuales al matrimonio: «Absteneos de la fornicación» «Dios juzgará a los fornicarios y a los adúlteros».
1Tes, 4:3


La Castidad en el Catecismo de la Iglesia Católica: 

2339 La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado. "La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados". 

2340 El que quiere permanecer fiel a las promesas de su bautismo y resistir las tentaciones debe poner los medios para ello: el conocimiento de sí, la práctica de una ascesis adaptada a las situaciones encontradas, la obediencia a los mandamientos divinos, la práctica de las virtudes morales y la fidelidad a la oración. "La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos".

2341 La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana.

2342 El dominio de sí es una obra que dura toda la vida. Nunca se la considerará adquirida de una vez para siempre. Supone un esfuerzo  reiterado en todas las edades de la vida. El esfuerzo requerido puede ser más intenso en ciertas épocas, como cuando se forma la personalidad, durante la infancia y la adolescencia.

2343 La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado. "Pero el hombre, llamado a vivir responsablemente el designio sabio y amoroso de Dios, es un ser histórico que se construye día a día con sus opciones numerosas y libres; por esto él conoce, ama y realiza el bien moral según las diversas etapas de crecimiento".

2344 La castidad representa una tarea eminentemente personal; implica también un esfuerzo cultural, pues "el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad misma están mutuamente condicionados". La castidad supone el respeto de los derechos de la persona, en particular, el de recibir una información y una educación que respeten las dimensiones morales y espirituales de la vida humana.

2345 La castidad es una virtud moral. Es también un don de Dios, una gracia, un fruto del trabajo espiritual. El Espíritu Santo concede, al que ha sido regenerado por el agua del bautismo, imitar la pureza de Cristo. La totalidad del don de sí 

2346 La caridad es la forma de todas las virtudes. Bajo su influencia, la castidad aparece como una escuela de donación de la persona. El dominio de sí está ordenado al don de sí mismo. La castidad conduce al que la practica a ser ante el prójimo un testigo de la fidelidad y de la ternura de Dios. 

2347 La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad. Indica al discípulo cómo seguir e imitar al que nos eligió como sus amigos, a quien se dio totalmente a nosotros y nos hace participar de su condición divina.

La castidad es promesa de inmortalidad.

La castidad se expresa especialmente en la amistad con el prójimo. Desarrollada entre personas del mismo sexo o de sexos distintos,  la amistad representa un gran bien para todos. Conduce a la comunión espiritual.

Los diversos regímenes de la castidad 

2348 Todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha "revestido de Cristo" (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.

2349 La castidad "debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado,  manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes". Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia. 

Existen tres formas de la virtud de la castidad: una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de la virginidad. No alabamos a una con exclusión de las otras. En esto la disciplina de la Iglesia es rica.

2350 Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. 

Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.

Las ofensas a la castidad 

2351 La lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión.

2352 Por masturbación se ha de entender la excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer venéreo. "Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado". "El uso deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine". Así, el goce sexual es buscado aquí al margen de "la relación sexual requerida por el orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero".

Para emitir un juicio justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales que reducen, e incluso anulan la culpabilidad moral.

2353 La fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. Es gravemente contraria a la dignidad de las personas y de la sexualidad humana, naturalmente ordenada al bien de los esposos, así como a la generación y educación de los hijos. Además, es un escándalo grave cuando hay de por medio corrupción de menores.

2354 La pornografía consiste en dar a conocer actos sexuales, reales o simulados, fuera de la intimidad de los protagonistas, exhibiéndolos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico.

2355 La prostitución atenta contra la dignidad de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo que se saca de ella. 

El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del Espíritu Santo. La prostitución constituye una lacra social. Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y los adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, pero la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de la falta. 

2356 La violación es forzar o agredir con violencia la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo. Más grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (Cf. incesto) o de educadores con los niños que les están confiados. 

Castidad y homosexualidad

2357 La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves, la Tradición ha declarado siempre que "los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados". Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.

2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición. 

2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.


DE NUESTRO CORREO

Nos escriben: "Odio la sexualidad".

Odio la sexualidad. He recaido mucho en pecados sexuales. ¿Porqué, Padre, nacimos todos con esta inclinación a esa abominación que es la sexualidad? Odio la sexualidad, Padre, porque las ocasiones son más difíciles de evitar que otros pecados, porque es algo que nos fue dado sin poder ni escoger si queremos aceptarla o repudiarla, porque es como un canto de sirena que es parte mía, que hace que mi carne se me quiera imponer, mas no me deja de recordar que si caigo, Dios me echará al infierno y golpeará al mundo con odio hacía mí y hacía la humanidad, por mi culpa. ¿Para qué vivir, entonces? ¿Para qué ser cristiano? Me bautizaron sin preguntarme y la breve edad no me dejó estudiar la fe y aceptarla por mi cuenta; tampoco hago grandes apostolados, no hago ascética como los santos, no hago apostolado de visitar presos, ancianos, ayudar jóvenes. Solo puedo lavar y secar platos en mi casa, y otras cositas, mas eso no basta para aplacar a Dios Terrible, cuya justicia perfecta hace temblar a los mismos demonios. Mejor me hubiera ido si hubiera sido abortado naturalmente.

Su hermano en Cristo...

RESPUESTA

Estimado amigo:

Tu carta refleja un estado de desesperanza que parece proceder de una falta de aprecio a la misericordia de Dios y a la posibilidad de liberarte del pecado.

Te invito a que medites sobre la infinita misericordia de Dios revelada por Jesús. No para justificar el pecado sino para tener confianza y esperanza de recurrir a El y ser sanado. Es cierto que Dios es justo, pero Su justicia no se puede contemplar aparte de su misericordia. De hecho, hasta Su justicia esta dentro de Su misericordia (Ver la encíclica del Papa sobre la misericordia).

Te aseguro, querido hermano, que en Cristo hay poder para poner a muerte la tendencia de pecado y desarrollar una sexualidad sana vivida en castidad. No será fácil, pero la confianza en Cristo no defrauda. Con su ayuda podemos vencer toda tentación.  

La sexualidad no es una abominación. Al contrario, es un don de Dios. Es cierto que es un don que con frecuencia se abusa para pecar, causando mucho daño. Pero la solución no es odiar la sexualidad sino restaurarla según el plan maravilloso de Dios. No solo creó Dios la sexualidad sino que:

Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. -Juan 1,14

 Jesús tomo nuestra naturaleza para elevarla y santificarla. Parte de nuestra naturaleza es la sexualidad.

En cuanto a tu preocupación por no hacer "grandes apostolados". La salvación no depende en llenar una cuota de obras buenas. Dios solo nos pide que abramos el corazón a Su gracia la cual nos salva. Claro que si abrimos el corazón obraremos bien, pero cada uno según la misión que Dios le da. Si tu deber es lavar y secar platos, hazlo con mucho amor y honrarás a Dios.


Paul Claudel le escribe a su hijo:
Mi querido hijo:
No creas a los que te dicen que la juventud ha sido hecha para divertirse. La juventud no ha sido hecha para el placer sino para el heroísmo. Porque un joven necesita heroísmo para resistir a las tentaciones que le rodean.

Los jóvenes reciben de la oración fuego y entusiasmo para vivir con pureza y realizar su vocación humana y cristiana con un sereno dominio de sí y con una donación generosa a los demás.
-Sagrada Congregación para la Educación Católica: Orientaciones sobre el Amor Humano, 46

José Creusen, moralista belga: «La impureza, sin ser el más grave de los pecados, es el más frecuente de los pecados graves. 
»La castidad, sin ser la más perfecta de las virtudes, es una de las más necesarias. (...).
»En materia de castidad lo más fácil es el dominio completo. Andar a medias es muy peligroso» .

Una joven de 16 años dice:
»Con la castidad yo pienso que aprendemos a respetarnos a nosotros mismos y a no hacernos animales.
»Los animales lo hacen todo por instinto.
»Si nosotros no tuviéramos un principio regulador, un medio para dominar nuestros instintos nos haríamos como ellos.
»Es bonito que aprendamos a valorar algo que nosotros tenemos y ellos no tienen.
»Es una satisfacción disfrutar de algo adquirido por tu propio esfuerzo, por tu decisión, por tu voluntad.
»Con la castidad voluntaria yo me hago superior a los animales. Esto creo que tiene su belleza y su valor...
-¿Te es fácil vivir la castidad a los dieciséis años?
-En principio, me cuesta, como creo que les cuesta a los demás. Pero debo confesar que a mí me es fácil vivirla.
-¿Por qué te es fácil?
-En primer lugar, me doy cuenta de que no merece la pena perder la castidad por el placer sexual de un momento. Pero acaso me cueste poco por la educación que he recibido desde mi infancia...
-¿Encuentras valores en la castidad?
-El saber que nuestro cuerpo tiene un destino superior al de dejarlo aquí en la tierra. Los planes de Dios sobre los hombres nos hablan de una glorificación de nuestro cuerpo en la vida futura. Aparte de la glorificación corporal donada por Dios, tiene que ser también un don de este cuerpo el haber sabido conservarlo íntegro, inmaculado, como Él nos lo dio.

Y una joven madre soltera contesta:
-En realidad, no ha sido la castidad mi fuerte. Para mí prácticamente no ha existido. No he sido casta. Pero hoy, que me he dado cuenta, la considero maravillosa. Para mí la castidad no ha entrado en mi vida por el hecho de haberme apartado de Dios. Hoy creo que la encontré y la veo fenomenal.
-¿Te atreverías a decirme por qué no has sido casta?
-Sí. No he sido casta por el hecho de no pensar, por vivir al margen de todo. Tal vez por comodidad, por dejadez. Te dejas llevar por cualquier impulso.
-¿Cuándo diste el cambio?
-Al mes de dar a luz tuve la oportunidad de estar sola, pensar mucho, y me di cuenta de que había algo más que todo aquello que había vivido. Y vi claro que aquel Dios que mis padres y mi colegio me habían enseñado, existía realmente y era algo verdadero... Si amo ahora la castidad es porque le amo a Él... Dios importa mucho para mi vida.
-¿Qué otros valores crees que tiene la castidad?
-Creo que hay otros valores. Antes, que no era casta, que me dejaba llevar por los impulsos, no era libre. En cambio, ahora que tiendo más a ser casta, me siento más libre, me he liberado de mis impulsos.
»Al dejar esos impulsos a un lado, el mismo cuerpo gana serenidad, dominio, salud, belleza.
»Y hasta dignidad, porque el cuerpo no debe ser sólo un instrumento del placer, sino un medio de realizarse en la vida cumpliendo una misión».


Dice el psicopedadogo Bernabé Tierno:
«La educación del pudor sólo es posible allí donde imperan ideas nobles y sentimientos limpios.

»El pudor sólo es sentido por quien todavía es sensible a las amenazas que sufre la virtud. En medio de un ambiente que apenas distingue la línea divisoria entre lo que es bueno y lo que es malo, hay que devolver a los jóvenes el sentido de dignidad personal, y a la opinión pública una mayor sensibilidad.

»Pero no podemos cometer el error pedagógico de atribuir a toda realidad sexual una sensación de vileza o un sentimiento de vergüenza que se identifica muchas veces con el pudor.Los educadores hemos de poner el acento, no sobre la educación sexual, sino sobre la educación de la persona.

»No educamos la sexualidad del muchacho; es él el verdadero artífice de su educación como persona, que, en consecuencia, se expresa también en sus comportamientos sexuales. Lo que debe ser educado, no es la sexualidad, sino la persona.

»La actitud egocéntrica de la persona hace neuróticamente compulsiva, especialmente en la adolescencia, la necesidad de autoafirmación que se manifiesta claramente en el sector de la sexualidad. La compulsión se hace tanto más fuerte cuanto más se convence el joven de su falta de valía, lo que le hace aferrarse al sexo como único medio de autoafirmación...

»Está claro que una atmósfera cargada de hedonismo sexual que se nos cuela de rondón en casa a través de la “ventana televisiva”, envuelve al joven por doquier, y no contribuye lo más mínimo a una higiene mental que favorezca el dominio normal sobre los propios impulsos.

»La trivialización de la sexualidad conduce a la desvalorización de las relaciones heterosexuales, cada vez más frecuentes y precoces. En el fondo es la desvalorización misma de la persona del “otro” que queda reducida a la condición de simple instrumento al servicio del placer...

»La apología que ciertos medios de comunicación hacen de aberrantes conductas sexuales contribuye a deformar el concepto y la naturaleza de los papeles sexuales con los que deben identificarse los jóvenes» .

Esforcémonos por ver todo lo que tiene el vicio de repugnante y abominable. Esto nos ayudará a amar la castidad.
Todo lo que tiene ella de grande y de noble, de dominio propio y de respeto, lo tiene el vicio impuro de bajo y despreciable.

La persona impura es una persona sin voluntad.
La razón, que debería ser la señora, se vuelve esclava de los instintos animales; el hábito vicioso se convierte en el peor de los tiranos, exige cada vez más y vuelve a la persona egoísta, con un egoísmo de la peor especie: la persona impura lo sacrifica todo para satisfacer su propia pasión.

El vicio impuro quita a la persona la tranquilidad de conciencia, la alegría, la libertad, la fe, la esperanza, el verdadero amor, la honra, la fortuna, la salud y, en fin, la gloria del cielo.

No es raro que a la persona que se deja dominar del vicio impuro le sobrevenga, antes o después, la dureza de corazón, la pérdida de la fe, y al fin la condenación eterna.

Hay que tener en cuenta que los pecados contra la pureza no son los únicos, ni los más graves.
No podemos olvidarnos que el buen cristiano, además de la virtud de la pureza, debe tener la de la justicia y la caridad.
Hay entre nosotros demasiada ambición, avaricia, egoísmo, soberbia, odio, envidia, ruindad de corazón y falta de honradez profesional.

Los fieles tienen derecho a ser informados fielmente en la doctrina católica.

El 7 de enero de 1987 la Comisión Episcopal Española para la Doctrina de la Fe, publicó un documento donde dice:
«A quienes elaboran materiales catequéticos, de enseñanza religiosa o de divulgación teológica, les pedimos que pongan un empeño especial en transmitir con fidelidad e integridad la enseñanza de la Iglesia sobre estos temas.
»A los fieles cristianos les asiste el derecho a que no sean difundidas, con ligereza y arbitrariedad, doctrinas parciales o hipótesis relacionadas con la moral, y en concreto con la moral sexual, sin que previamente hayan sido sometidas al estudio y al parecer de la comunidad teológica y, en última instancia, al discernimiento de los pastores»(nº18)...

«El fin de las normas objetivas morales no es la represión de la sexualidad, sino proteger y favorecer que el dinamismo profundo de la sexualidad llegue a su plenitud y sentido»(nº15) .

Un resumen de la concepción cristiana de la sexualidad podría ser:

a) Dios estableció la institución matrimonial como principio y fundamento de la familia y de la sociedad.

b) El sexto precepto del Decálogo -no fornicar- protege el amor humano y señala el camino moral para que el individuo coopere libremente en el plan de la creación, usando la capacidad de engendrar, que ha recibido de Dios, solamente dentro del matrimonio.

c) El sexo es un don de Dios abierto a la vida, al amor y a la fecundidad. Su ámbito natural y exclusivo es el matrimonio. Jesucristo elevó el matrimonio a la dignidad de sacramento.

d) La generación no es el resultado de una fuerza irracional, sino de una entrega libre y responsable -es decir, humana- de acuerdo con la dignidad natural de la persona creada por Dios.

e) Como los demás mandamientos, el sexto precepto del Decálogo está impreso en la naturaleza humana, es parte de la ley natural, y, por tanto, obliga a todos los hombres.

f) La virtud de la castidad consiste esencialmente en la ordenación de la función sexual al fin que Dios le ha señalado; por eso es una virtud positiva que se ha de vivir según las características de la vocación regida por Dios: virginidad o matrimonio.

g) Con frecuencia, la corrupción de las costumbres comienza por los pecados contra la castidad; se tiende a querer justificarlos, de modos diversos, a través de la deformación del juicio de la conciencia.

h) Por tratarse de una exigencia de la ley natural, todos los hombres reciben de Dios la ayuda necesaria para cumplir este precepto del Decálogo. Por otra parte se señala la necesidad de medios sobrenaturales que Dios no niega nunca a los creyentes que los imploran por medio de la oración» .



Nada tiene de particular que sientas fuertemente el instinto sexual. Lo que no puedes permitir es que te domine.
Todo en este mundo tiene su tiempo y su medida.
A los animales los regula el instinto: fuera de los períodos de celo sienten frigidez absoluta.
Como no tienen inteligencia, Dios ha regulado su reproducción con una ley fisiológica.
Pero como el hombre es un ser racional, Dios no ha querido sujetar esta importante función a leyes puramente fisiológicas, sino que ha dejado en esto el influjo de la libertad.

La sexualidad es mucho más que una tendencia instintiva para la transmisión de la vida.
La sexualidad penetra toda la persona y especifica la comunicación entre las personas.

El hombre debe gobernar esta tendencia con la razón y la voluntad.
Dios fiándose del hombre ha dejado en sus manos el instinto sexual, marcándole con las barreras infranqueables de su ley el único camino lícito para el ejercicio de su función reproductora: el matrimonio.
El instinto sexual es tan fuerte que necesita una ley que lo encauce.
Lo mismo que es necesario una ley que controle la energía atómica.
El sexto mandamiento es un beneficio de Dios en bien de la humanidad.

Dios ha querido que la transmisión de la vida humana se realice por la unión de los órganos sexuales de los dos esposos de modo que el marido derrame dentro del cuerpo de su mujer las semillas de la vida que han de germinar en un nuevo ser, si encuentran el organismo de ella preparado con un óvulo reciente.

Este acto sexual, realizado dentro del matrimonio, conforme a la ley de Dios, no tiene nada de malo.
Todo lo contrario. Puesto según la ley de Dios es meritorio; pues es cumplir una ley puesta por Dios.

Y el placer que Dios ofrece como aliciente al cumplimiento del fundamental deber conyugal, es lícito y bueno, y está santificado por Jesucristo que elevó el matrimonio a la dignidad de sacramento.
Poner este acto fuera del matrimonio es pecado grave.

Para que el género humano no se acabe es necesario que sigan naciendo niños.

El acto, pues, de la generación es un acto necesario en el matrimonio, instituido por Dios para la perpetuidad de la especie humana.

Esta misión perpetuadora del matrimonio, en cuanto a la crianza y educación de los hijos, lleva consigo gran esfuerzo y sacrificio.

Para que el hombre no rehuyera este sacrificio y se garantizara la conservación del género humano, Dios imprimió en el hombre y en la mujer un impulso que les moviera a amarse y unirse en matrimonio.

El placer es bueno cuando lo usamos para el fin que Dios lo estableció; pero es malo cuando, por buscarlo, nos apartamos de la voluntad de Dios.

Dios pudo haber creado a los hombres directamente, por sí mismo, como lo hizo con los ángeles; pero no quiso.
Fue su voluntad que el hombre mismo se encargara de procrear al hombre. Dando al hombre una prueba de confianza, le asoció a su obra creadora. Le da poder de transmitir la vida.
Con ello llenó la vida terrena de encanto.
¡Qué diferente sería la vida, si Dios hubiese dispuesto que los hombres viniesen al mundo ya mayores!
No se oiría la risa alegre de los niños.
No habría amor de padres, de hijos, de hermanos. Cada cual se encontraría sólo en el mundo; sin amor y sin familia.

La pureza es una virtud que salvaguarda este poder creador del hombre.
Es una virtud positiva, que ennoblece y que requiere el valor de los héroes y de los mártires.
Virtud noble que defiende este acto sagrado que Dios ha querido santificar con un sacramento: el sacramento del matrimonio, que es una fuente de gracias sobrenaturales.
Por eso el matrimonio es, en el cristianismo, un camino de santidad, de unión con Dios.
San Pablo habla de «sacramento grande» , símbolo de la unión perfecta e indisoluble de Cristo con la Iglesia.
Por eso es infame burlarse de la paternidad y del amor; y la pornografía es una perversidad, pues traiciona uno de los deberes más sagrados del hombre.
La pornografía, como dice Emilio Romero, es el recurso de anormales sexuales. Un hombre bien constituido no necesita esa excitación .

La transmisión de la vida es un poder sagrado que Dios ha dado al hombre. Es una participación del poder creador de Dios.
Por eso se llama procreación de los hijos.
A este acto humano colabora Dios con un acto divino, y crea un alma humana e inmortal, para que habite en el nuevo ser en el momento de su concepción.

De aquí la responsabilidad que supone para el hombre todo lo relacionado con el acto que engendra la vida.
Profanar este poder del hombre es traicionar uno de los deberes y responsabilidades más sagrados.
«La sexualidad por su misma naturaleza está ordenada a la procreación y educación de los hijos, a establecer entre padres e hijos una comunidad de vida: una familia. La familia es la primera y definitiva muestra de la dimensión socio-cultural de la sexualidad. La familia es la institución natural para la formación de la personalidad en su aspecto cultural y social...La familia es la esencia de la sociedad -su “célula básica” según una terminología que se remonta a los griegos y romanos- y por eso puede decirse que, según sea la familia, así es la sociedad. Por otro lado, como la familia depende de la concepción que se tenga de la sexualidad, esta última influye indirecta, pero eficazmente, en la configuración social» .
Siempre se ha dicho que la familia es la célula de la sociedad, el crisol donde se forja la educación de los hijos. Hoy hay algunos que anuncian la desaparición de la familia, diciendo que es una reliquia del pasado, y que debe desaparecer en una sociedad progresista.
Pero cuando no quede ni el eco de las voces que anuncian su destrucción, la familia seguirá en pie, pues siempre ha sobrevivido a todas las crisis, porque la familia es una forma permanente de la vida humana.
La familia vuelve por encima de las ideologías .
«Los que, para justificar su situación personal, desean que la familia desaparezca, repiten machaconamente que la familia está en crisis, que hay que cambiarla por otra cosa. Pero la familia no desaparecerá nunca, pues es una institución natural de origen divino; y porque es la única institución que valora a las personas por lo que son, no por lo que valen. Unos padres quieren a sus hijos porque son sus hijos, no por lo que valen. Pero una empresa sólo los quiere si valen» .
El Papa Juan Pablo II, en su discurso al Congreso Mundial de la Familia, celebrado en Manila en Enero de 2003, dijo: «La familia es el futuro de la sociedad. (...) «Hoy hay caricaturas de familia que no tienen futuro».


El adulterio es siempre pecado grave.
Se comete, no solamente cuando una persona casada tiene relaciones sexuales con quien no es su consorte, sino también con cualquier otra acción que despierte el instinto sexual hacia tercera persona, y voluntariamente se consienta en el deseo pasional, aunque no se llegue al acto sexual propiamente dicho: «Quien mira a una mujer con intención deshonesta - dice Jesucristo- ya ha cometido adulterio en su corazón» .

El Premio Nobel de biología, Jérôme Lejeune, describía así los abusos de la sexualidad:
«La anticoncepción es hacer el amor sin hacer el niño. La fecundación 'in vitro' es hacer el niño sin hacer el amor. El aborto es deshacer el niño. Y la pornografía es deshacer el amor» .


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